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NO COPIAR.

Por favor, NO COPIÉIS SIN MI PERMISO. Si os gusta alguna entrada y la queréis poner en vuestro blog, ningún problema, siempre que:
1. Me lo digáis a mí primero.
2. Pongáis que lo he escrito yo.
Ya me han copiado más de uno y no me ha hecho nada de gracia.

Un beso.

Buceando en mi interior

Mi foto
Me gusta dormir. Muchísimo. Y la nieve, ver el cielo blanco un día y saber que va a nevar. Me gusta cantar, aunque lo haga mal, me encanta la música, sobre todo el Rock. Me gusta, me encanta, la fotografía, tanto artística como tonta. Me gusta hacer (me) fotos, verlas, disfrutar con las imágenes. Luego me gusta retocar esas imágenes, darles mi toque, poner mi esencia. Quitar lo feo y pintarlo bonito. Porque también me gusta ser feliz. Y sonreír. Y reírme de todo y de nada, llorando siempre, eso sí. Y cuando tengo un día malo, me gusta que sea malo. Me gusta disfrutar de mis depresiones, seré tonta, pero… No intentes animarme cuando esté mal, simplemente, déjame llorar y punto, se me acabará pasando. Me gusta comer chocolate. Está buenísimo. Pero que sea negro, cuanto más puro, mejor. Me gusta sentarme en la hierba y arrancarla. Y cuando hay tréboles de cuatro hojas, me gusta encontrarlos. Igual que encuentro lo bueno dentro de lo malo. Me gusta el color amarillo. Me gusta soplar las velas de una tarta de cumpleaños. Me gusta empanarme, sí señor, y lo hago de maravilla. Me gusta mirar las estrellas pensando que alguien más las estará mirando conmigo.

martes, 26 de julio de 2011

Mentiras.

Dicen que mentir no está bien. Que mentir es algo feo. Que hay que ir por la verdad por delante. Y más si tus padres confían en ti. Sí, mamá, cuidaré de la casa mientras vosotros estáis fuera. Mis amigas se vendrán a dormir. Bueno, al menos no mentí del todo. Pero pasé por alto comentar que durante el día, quien vendría sería él. Y sería él también quien me haría pasar el mejor día de mi vida. Madrugué, madrugué por verle sonreír. Y no me importó gastar post-its, ni folios, ni tinta con la que escribir mis tequieros, ni siquiera horas de sueño. Porque por ver su cara al leer cada momento, al revivir las sensaciones que nos han llevado hasta hoy, me quedaría la noche en vela. Y ver cómo pasan las horas, leyendo en sus ojos que no necesitamos nada más, que una cama nos basta para ser felices y que los abrazos pueden durar el tiempo que uno quiera. Que también es cierto que podríamos pasarnos horas enteras sin hablar, solo admirando las emociones que sentimos por dentro, a las que somos adictos y de las que no queremos no depender. Que qué bien hueles, hijoputa. Y no está mal que nos aburramos de vez en cuando, hemos comprobado que los resultados pueden ser muy buenos. Afuera la ropa y ya salen las cuentas, y a besarte lo que pueda en el tiempo que nos queda. Es verano y hace calor. Y cuando el sudor resulta incómodo, nada mejor que darse una buena ducha. Mamá, espero que no notes que he gastado más agua de la cuenta. Que me duché con él, que el agua éramos nosotros. Y resbalábamos. Y nos dejábamos llevar. Mojados, sí. Que no había límites, que donde acababa un cuerpo empezaba el otro. Agua. Y ya nada de sudor. Solo agua, tú y yo. Y ya nada de vergüenza. Solo confesiones al oído, una risa y un beso, dulce. Los problemas se hacen más pequeños cuando se comparten. Y las toallas no sirven cuando tú lo que quieres es estar frente con frente, boca con boca, piel con piel. Por primera vez, pero como si fuera la enésima. Abrazarle, besarle, suave, muy suave. Sin dejar que se escapen los segundos que nos quedan para desenredarnos las pestañas, apurar, y volver a querernos. Y once horas después, descubrir que es posible quererle más. Y que cada día me pregunto lo mismo y vuelvo a obtener la misma respuesta. Que cada día le quiero más. Infinitamente más. De aquí... hasta allí. Y eso no es una mentira, mamá.


lunes, 11 de julio de 2011

Bubbles.

-Quiero ser una burbuja.
-¡Sí! Seamos burbujas. Estaríamos siempre en el agua, podríamos nadar, flotar, subir. Todo dependería de nosotros. No tendríamos obligaciones, nada que hacer. Solo flotar. Observar. Ajenas a todo lo que pase fuera, cerradas en nuestro mundo perfecto. Es envidiable.
-No podríamos estar siempre así. ¿Después, qué?
 -Moriríamos.

Se produjo de repente un silencio incómodo, de ese que no se llena con palabras porque los pensamientos van más veloces que la propia voz.

-Sí. Moriríamos. Subiríamos y ¡puff! Todo a la mierda. Todo lo que hemos construído dentro de esa burbuja, ilusiones, sueños, metas, logros... Nada. No quedaría nada. Fundirse con el universo, sin más. Para siempre. Tampoco es mala opción. Pero, ¿estarías dispuesta a que no quedara ni rastro de ti, nada que recuerde que alguna vez estuviste allí, que fuiste parte de aquello? Sería como si todo hubiera sido en balde.

Ladeó la cabeza y entornó los ojos.

-Yo no quiero fama. Solo quiero vivir. Libre, como una burbuja. Nada más. Flotar, flotar, flotar...

Bubble Pop: Reflection Perfection

http://www.flickr.com/photos/11164709@N06/3674813550/in/photostream/

viernes, 8 de julio de 2011

Sueña que sueña con ella.

Pasan los días, vacíos sin ti. Algo más llenos cuando a las 6 me regalas tu voz enlatada desde Valencia. Que echas de menos mi olor. Al menos tienes el del mar, supongo. Mi verano huele a cloro y a patatas fritas de bolsa. No está mal, no está mal. Un sombrero de paja me tapa los ojos del sol, pero el resto de mi cuerpo parece que pide a gritos coger el puto melanoma. Será culpa de tus besos, que desde lejos no consiguen matarme. Planes fallidos y sorpresas efervescentes navegan cual bicho muerto en el agua de la piscina. A mí lo único que me importa ahora es que quedan 11 días para volver a pellizcar tus mejillas, imagino que algo más morenas de lo que las recuerdo. Y esa sonrisa pícara que tanto me gustaba, ai, cómo la echo de menos.
Cómo te echo de menos...